viernes, 8 de febrero de 2013

El relato de misterio




Un día en el barco en el que iban de crucero Margarita, Juan, Anastasia y Rebeca, mientras comían Margarita se levantó y dijo:
-Niños, voy a mi camarote a pincharme mi medicina.
Todos estaban hartos de Margarita, su cuidadora.
Juan empezó a decir en broma que él la mataría, pero que todos le iban a descubrir.Todos los niños empezaron a reirse. Como Margarita tardaba y la cena se enfriaba decidieron acabar de comérsela. Cuando Margarita llegó y se dio cuenta les empezó a regañar y les dijo:
-Niños maleducados, ¿ por qué no me habeis esperado ? ¡Todos a vuestros camarotes!
Todos se fueron enfurecidos. Al día siguiente, los niños fueron a ver si Margarita estaba en su camarote y cuando entraron se la encontraron... ¡Muerta!
Los niños se quedaron horrorizados. Juan dijo:
- ¿Qué hacemos?
- Ocultar el cuerpo- contestó Rebeca.
- ¿Por qué?- Pregunó Anastasia.
- Nos podrían considerar culpables- respondió Juan.
Juan cerró con llave el camarote y se fueron a desayunar. En el fondo, todos se alegraban de que Margarita se hubiese muerto. Después de desayunar se reunieron en el camarote de Anastasia y empezaron a pensar quién podría haberla asesinado, porque era muy joven para una muerte natural. Anastasia susurró a Rebeca:
-Yo creo que ha sido Juan.
-Yo no he sido- contestó él.
Rebeca intentó poner paz:
-Si nos empezamos a pelear entre nosotros lo notarán.
Al cabo de tres días atracaron en un puerto de Málaga. Cuando nadie miraba, Juan entró en el camarote de Margarita, no quería que hubiese nada suyo, porque sabía que sospechaban de él. El cuerpo estaba empezando a pudrirse y Juan se dio cuenta de que no podían seguir así. Se fue a consultar a las chicas. Les propuso que borraran sus huellas y llamaran a la policía juntos. Ellas aceptaron y limpiaron todo. Cuando llegó la policía y les interrogaron se echaron la culpa entre ellos. Estaban muy nerviosos pensando que les podían acusar porque se dieran cuenta de que odiaban a Margarita. Cuando el forense acabó de examinar el cuerpo y se acercó a ellos, casi no podían mirarle.
- No ha sido un asesinato. Al pincharse su medicina le entró una burbuja de aire y le bloqueó la circulación.
Los niños se sintieron muy aliviados y decidieron continuar el viaje solos. A ver si nadie más moría...

                                           FIN

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